Moulin de Cougnaguet – Cales
Un molino fortificado en un marco encantadorUn lugar excepcional
Merece la pena visitar el Moulin de Cougnaguet. La gente viene aquí por su excepcional ubicación, por el molino y por Hubert. 3 buenas razones para descubrir este lugar un poco secreto y escondido al final de la carretera.
Venga a visitar el Moulin de Cougnaguet y vea cómo funciona, utilizando la increíble fuerza del agua para impulsar una enorme piedra de molino que tritura el grano y lo convierte en harina.
Para llegar al molino, salga de la carretera departamental no lejos de Rocamadour en dirección a Calès y bifurque el camino que conduce a este pequeño rincón del paraíso.
Se alza orgullosa a orillas del Ouysse. Este hermoso edificio de piedra es impresionante y el entorno es encantador: el agua del Ouysse que le rodea revela toda su belleza. El color del agua, con sus reflejos esmeralda, y el suave sonido que emite, hacen de este lugar algo excepcional. Aquí, el tiempo se ha detenido y uno se siente como en el fin del mundo.
Hubert es el amo de la casa. Llevan cuidando del molino desde 1984, y Hubert tiene mucho que decir sobre su historia y funcionamiento.
Apasionado y fascinante, con ojos llenos de picardía y un marcado acento le contará los secretos de este lugar. Puede que le lleve unos minutos acostumbrarse a su forma de hablar antes de quedar cautivado por sus explicaciones.
Este molino, declarado monumento histórico, es sin duda el más conocido de Quercy, no sólo porque está abierto al público desde hace mucho tiempo, sino también por su magnífico entorno paisajístico y sus bellos edificios fortificados.
Construido en el siglo XIV por los monjes de la abadía cisterciense de Alix, a dos kilómetros de Rocamadour, tardó más de cincuenta años en terminarse.
Las obras comenzaron en 1292, pero no finalizaron hasta 1350.
El 19 de julio de 1778, los monjes vendieron el edificio a un particular. Fue declarado Monumento Histórico en 1925 y permaneció en uso hasta 1959.
El molino está construido sobre un curso de agua, el Ouysse, que nace subterráneo y discurre por tierra a lo largo de sólo 11 kilómetros antes de desembocar en el Dorgogne.
El embalse tiene 1.600 km de longitud, gracias a una presa de 6 m de espesor.
En aquellos agitados tiempos de hambre y pillaje, los monjes disponían de un buen medio de defensa: cerrando la puerta y abriendo las cuatro compuertas del interior del molino, creaban una fuerte corriente de agua que ahogaba a cualquier posible atacante.
Este molino está equipado con cuatro pares de muelas de unas 1,5 toneladas de peso, encerradas en una carcasa de madera, que podían moler hasta tres toneladas de grano al día.
Uno de ellos todavía funciona, y Hubert está encantado de demostrártelo.
Situado encima del molino, el piso se ha transformado en museo, y es imposible marcharse sin echar un vistazo. El espacio se ha acondicionado con muebles antiguos y podría utilizarse como vivienda permanente. El fregadero de piedra sigue siendo el mismo y cuando abres la ventana, la vista es magnífica.
Junto a la chimenea, le espera una mesa con frutos secos listos para comer.
No se irá de aquí sin un vaso de amistad, una bebida muy local de la que Hubert sabe todo. No le diremos nada más: ¡la sorpresa forma parte de la visita!
Las visitas pueden realizarse de abril a Todos los Santos, de lunes a domingo, de 10:30 a 12:00 y de 14:00 a 18:00, al precio de 5 euros (¡no olvide sellar su entrada en la recepción del camping para obtener un descuento!)